Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Lo que una buena parte de la población piensa a la hora de ver una fotografía llamativa, es adjudicarle el mérito a la cámara y complementos usados. Sin embargo, esto es el equivalente en fotografía a ver un dibujo increíble y alabar el lápiz con el que se hizo. Lo que queremos decir con esta introducción, es que las cámaras son instrumentos que, si bien merecen parte del mérito, lo que verdaderamente produce buenas fotografías es un buen fotógrafo. En este artículo, hablaremos de varios ejercicios para mejorar la habilidad más importante en un fotógrafo, el ojo fotográfico.
Experimentar con la cámara
Al igual que un pintor debe dominar las formas de usar pinceles, o un escritor debe dominar las estructuras y temas que va a usar, un fotógrafo debe ser capaz de dominar su cámara. Para esto, una buena forma de ejercitar el ojo es salir de nuestra zona de confort y probar opciones de nuestra cámara que no tengamos en cuenta habitualmente. Por ejemplo, sacar fotos en blanco y negro para perfeccionar nuestra percepción de contrastes, o jugar con el enfoque para conseguir el mejor resultado posible con distintos sujetos.
Buscar elementos específicos en el entorno
Un método bastante sencillo pero efectivo para mejorar el ojo fotográfico, es fijar objetivos particulares para buscar y fotografiar a nuestro alrededor. Hay muchísimas opciones para poner esto en práctica, como pueden ser capturar imágenes donde un color particular predomine, o donde haya un patrón de formas o texturas en especial.
Analizar a los maestros
Si se quiere ser un buen fotógrafo, nunca está de más analizar el trabajo de otros fotógrafos más experimentados. Observar atentamente la obra de alguien así para sacar todo detalle posible es un buen ejercicio para el ojo fotográfico, pues nos permite darnos cuenta de aspectos que dicho fotógrafo tuvo en consideración o vio en la escena que capturó. Básicamente, este ejercicio nos permite acercar nuestro ojo fotográfico al de alguien más.
Sencillamente, observar todo
El último ejercicio que recomendaremos hoy, es algo que se puede hacer en cualquier momento o lugar, incluso sin cámara: observar. Pararse a ver cualquier cosa que nos rodea a detalle. Por ejemplo, agarre un simple bolígrafo. Observe atentamente su forma. Sus colores. Los detalles que pueden contar historias enteras, como muescas, adornos, manchas de tinta, o incluso la carencia de estos. La pared, mesa, superficie u otros objetos que podemos percibir detrás. La luz que lo ilumina, o la falta de esta. Por extraño que pueda parecer, acabamos de ejercitar nuestro ojo fotográfico analizando de sobremanera lo que vimos al poner nuestra atención en un bolígrafo.
El ojo fotográfico se basa en la percepción de aquello que nos rodea, por tanto, es algo que, incluso gente que no esté interesada en el mundo de la fotografía puede estar realizando ejercicios para desarrollarlo sin tan siquiera darse cuenta.